El conocimiento de todo el país: Complejidad económica en Costa Rica
La inversión en conocimiento paga el mejor interés.
-Benjamin Franklin
Conocimiento, ingresos y educación
Hay una narrativa que todos conocemos bien: En el mundo moderno, donde el conocimiento es un recurso valioso, la educación se ha convertido en un factor crucial para el desarrollo personal. Es la llave que puede abrir puertas a un mejor futuro, incrementando el valor que una persona puede aportar a la sociedad y, por ende, ayudándole a mejorar sus ingresos.
Numerosos estudios han demostrado una correlación directa entre el nivel de educación y el potencial de ingresos. Según datos del Banco Mundial, cada año adicional de escolaridad puede aumentar el ingreso de una persona en un promedio del 10%.
Observando estas cifras, se puede inferir que inculcar conocimientos valiosos a través del proceso educativo tiene el poder de transformar vidas, siendo capaz de llevar a las personas de situaciones de pobreza a situaciones de bienestar económico sostenido.
Incrementar nuestro conocimiento, a nivel personal, es una actividad deseable y rentable.
El conocimiento de un país
Ahora, si el nivel de conocimiento de una persona es un predictor de su ingreso y su bienestar a lo largo de la vida, ¿se podría especular que lo mismo ocurre a nivel de un país? Si en un país hay mucho conocimiento, ese país podría tener mucha capacidad para aportar valor agregado a los bienes y servicios que vende, y tener mejores ingresos y también más prosperidad. Valdría la pena explorar esta idea, y ver hasta donde nos lleva.
Cuando tratamos de evaluar cuánto sabe una persona, podemos hacerle pruebas de conocimiento, tanto general como específico. Podemos también preguntarle sobre sus experiencias, sobre la forma en la que ha enfrentado distintos retos. Al final, el proceso de medir el conocimiento de una persona suele ser relativamente directo.
Pero, ¿qué pasa si quisiéramos ir más allá y medir el conocimiento de todo un país?
Podríamos talvez medir el conocimiento de todos sus habitantes, y sumarlo. O podríamos seleccionar una muestra. Pero empezamos a encontrar problemas. Si dos personas comparten el mismo conocimiento, por ejemplo, sobre el proceso de independencia de Costa Rica, ¿sumamos dos veces el mismo dato? ¿empezamos a recortar traslapes? ¿Cuáles son buenos criterios para llevar a una buena medición?
Complejidad económica
Una forma ingeniosa que se ha encontrado para resolver este problema es utilizar una métrica conocida como complejidad económica.
La complejidad económica es una noción que intenta capturar la cantidad y diversidad de conocimientos que están implícitos en la estructura productiva de un país. Va más allá de las tradicionales métricas económicas, como el PIB per cápita, y busca comprender la capacidad y sofisticación de una economía en términos de lo que puede producir.
La idea central detrás de la complejidad económica es que no todos los productos requieren el mismo nivel de conocimiento específico para ser producidos. Algunos productos, como los bienes agrícolas, requieren menos conocimiento y habilidades especializadas que otros más complejos, como la manufactura de componentes electrónicos o productos químicos. La complejidad económica nos ayuda a sumar los conocimientos distintos y específicos necesarios para elaborar cada producto, entendiendo que hay bienes con una elaboración más intrincada que requieren el conocimiento especializado y separado de un gran número de personas trabajando en equipo, cada una con una fracción del conocimiento total necesario.
Las métricas de complejidad económica evitan los problemas de conocimientos redundantes porque consideran únicamente la variedad de productos distintos, en conjunto con la complejidad de estos productos, que produce el país, y no la cantidad que se produce. Así, un país grande que produzca pocos bienes o servicios diferenciados va a mostrar una métrica de complejidad más baja que un país pequeño que produzca cientos de productos distintos, porque se considera que cada uno de esos productos incorpora conocimientos únicos, y que para los productos más sofisticados se requiere mayor nivel de conocimiento total.
El Atlas de la Complejidad Económica
El Atlas de la Complejidad Económica es la herramienta de acceso abierto más completa para estudiar la complejidad económica de los países. Lo desarrolla el Laboratorio de Crecimiento de la escuela de políticas públicas de la Universidad de Harvard.
La investigación realizada por el Laboratorio de Crecimiento sugiere que la diversidad y complejidad de lo que un país produce y exporta están fuertemente correlacionadas con la riqueza del país y su potencial de crecimiento. Es decir, podemos observar una relación direccionalmente positiva entre el conocimiento y el ingreso a nivel de los países, tal y como se observa para las personas.
Entendiendo esto, el objetivo principal del Atlas es hacer evidente la situación de la complejidad económica de los países, para poder estudiarla y comprenderla mejor. Para esto, provee acceso a una serie de datos y visualizaciones de alta calidad sobre complejidad económica.
Medición
La complejidad económica representada en el Atlas se mide observando las exportaciones de un país. Específicamente las siguientes características de los productos exportados:
Diversidad: Se refiere al número de productos que un país puede producir y exportar con éxito. Un país que puede producir una amplia gama de productos se considera más diverso.
Ubicuidad: Es el número de países que pueden producir un producto específico. Un producto producido por muchos países se considera ubicuo, y generalmente es menos complejo. Por otro lado, si un producto es producido solo por unos pocos países, es probable que sea más complejo.
Complejidad del producto: Un producto es considerado más complejo si es producido por países que tienen una diversidad de exportaciones más amplia. En otras palabras, si los principales productores de un bien también producen muchos otros bienes, este es probablemente complejo.
Otras propiedades asociadas a la complejidad económica
Las estimaciones de complejidad económica permiten comparar la experiencia de los países. Por ejemplo, si muchos países producen dos bienes específicos (el bien A y el bien B), es probable que estos bienes compartan características de producción. Si un país sólo produce el bien A, es posible que tenga la mayoría de los recursos necesarios para producir el bien B. Aplicar esta intuición a toda la lista de bienes que se produce en el mundo permite ubicarlos en un “espacio” en donde los bienes que comparten muchas características están muy cerca, y los bienes que comparten pocas características se encuentran más distanciados. Esto es lo que se denomina espacio del producto.
La posición de un país dentro del espacio del producto puede sugerir, a partir de los bienes que ya produce, cuáles otros bienes serían relativamente fáciles de producir, y cuáles son las oportunidades del país para mejorar la diversidad de su producción.
La experiencia agregada de los países también puede servir de base para hacer predicciones de crecimiento económico. Generalmente, cuando un país tiene más complejidad económica, puede esperar mayores niveles de crecimiento. También, cuando un país tiene una complejidad mucho mayor de lo que uno podría esperar para un país de un cierto nivel de ingreso, esto es una señal que permite vaticinar crecimientos económicos por encima de la media.
El caso de Costa Rica
¿Cómo se ve Costa Rica en el Atlas de Complejidad Económica? El último año de datos disponible, recientemente actualizado, es 2021.
Partimos de una descomposición de las exportaciones de Costa Rica. Haciendo una clasificación en grandes grupos, las exportaciones están dominadas por los servicios (en rosado, 31% del total, con una participación importante de los servicios de tecnologías de información), los productos agrícolas (en amarillo, 23% del total), “maquinaria” (en celeste, 21% del total, y dominado por los instrumentos médicos), y productos electrónicos (en cian, 12% del total).
Esta descomposición se compara favorablemente contra la que existía hace apenas 20 años, en donde tenían una mayor importancia la producción agrícola (25% del total) y los textiles (en verde, 8% del total), así como servicios de menor valor agregado como el turismo.
La producción actual (2021) es más pesada en productos de alta complejidad, como los instrumentos médicos y los circuitos integrados. Si tratáramos de representar los productos de exportación costarricense por su grado de complejidad, veríamos un gráfico como el siguiente, donde resaltan precisamente productos que han crecido en importancia durante los últimos años. El gráfico identifica el nivel promedio de complejidad de la economía, 0.35, y el nivel de complejidad de cada uno de los productos.
Costa Rica ha mejorado también su complejidad relativa contra el resto de países. En el siguiente gráfico podemos ver las posiciones relativas en un ranking, en el que se incluyen los países centroamericanos, Japón (el país de mayor complejidad económica), y potencias como EE.UU. y China. Podemos ver el cambio en posiciones relativas a lo largo del tiempo, y vemos la mejora de Costa Rica, que inició hace 25 años en una de las peores posiciones entre los países centroamericanos, por encima sólo de Nicaragua, y cierra como la economía más compleja del istmo.
La mejora en Costa Rica se le atribuye al crecimiento en la diversidad y complejidad de los productos exportados: 20 nuevos productos en los últimos quince años, en industrias metalúrgicas, de maquinaria y productos químicos.
El futuro
En general, se ha visto un buen desempeño del país. Pero, ¿qué podemos esperar para el futuro?
El Atlas cataloga a Costa Rica como un país que aún tiene baja complejidad relativa, y que no tiene oportunidades muy claras dentro del espacio de producto. Para países en esta condición, la mejor apuesta es buscar una mayor diversificación con productos que se encuentran un poco más lejos dentro del espacio de producto, pero que abren nuevas vías de crecimiento.
Las mejores oportunidades, dentro de este espacio de apuestas estratégicas, son en productos como la fabricación de maquinaria industrial y de vehículos.
Conclusión
La complejidad económica, más allá de ser una simple métrica, brinda una perspectiva profunda sobre la estructura productiva y el conocimiento intrínseco de un país. No solo revela la diversidad y sofisticación de las capacidades productivas de un país, sino que también predice su potencial de crecimiento y resiliencia ante shocks económicos.
Comprender y potenciar la complejidad económica podría convertirse en una estrategia importante para un país que busca un desarrollo económico estable y sostenido. Costa Rica ha tenido un buen desempeño bajo esta métrica, pero tiene retos importantes por delante. ¿En las próximas décadas veremos la llegada de nuevas industrias que enriquezcan y renueven nuestra economía?